Estación en lo profundo
Arias tenía razón: no es un tema
de belleza. Tampoco se trata de tu gracia, tu sensibilidad o tu carisma. En realidad,
eres el tipo de mujer que nunca le presentaría a mis padres, llevaría a un
paseo o consagraría con una argolla. Pero, maldita sea, eres sexy, aunque solo
de cuando en cuando.
Es extraño, justamente por su
intermitencia. Te veo y pierdo la razón, parpadeo y eres engreída, inmadura y
simple, pero parpadeo nuevamente y veo el deseo hecho carne y hablándome de
cualquier cosa que no me importa pero que no puedo dejar de escuchar. No sé si me engañan los sentidos, pero ¡cómo me
confundo algunas veces!
Es un imposible por cierto.
Vivimos en orillas separadas, y apenas una carcajada tuya podría hundir una
barca que viaja bajo la tormenta y sin remos. Sin embargo a veces siento que no sería
necesario utilizarlos, y que podríamos lanzarnos al agua y perder el control
hasta tocar el fondo del mar, si es que es posible hacerlo, para vivir en una
oscuridad perpetua y desconocida.
De un hilo pende
El fruto maduro
Quizás ligeramente verde
Desconocido e imperfecto
Tan difuso a través del espejo que no sé si realmente si lo
quiero
Si puedo pasar a tu mundo o tu al mío
A través del reflejo
Hasta la oscuridad de lo profundo
De donde no sabes lo que vas a obtener o si vas a volver
Dame tres Lychee Martini servidos por el hombre del bar. Dile que los anote en mi cuenta y que volveré a pagarle como siempre en jueves. Cuando termine con ellos tendré una respuesta para ti, así sea respuesta de una noche, hilo y aguja.
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