Estación agencia
Sesenta y nueve movimientos verticales por minuto la sacudían a mi antojo. -Más despacio que estamos haciendo demasiado ruido-, afirmó. Le tapé la boca y ajuste su vientre al mío con un apretón firme y egoísta. Después de eso retozamos como bestias hambrientas e insaciables por cerca de seis minutos. -Seis minutos, eso prometió demorar. Si gusta puede esperarla en el salón del fondo-, explicó la recepcionista de mirada distante que atendía a escasos metros de la puerta. No era la primera vez que la visitaba. Ya me la he encontrado un par de veces y desde siempre se me han inflamado las venas de glóbulos carmesí al verla. -Aire, dame un poco de aire. No, espera, tampoco quiero que te detengas tan pronto; hasta ahora estamos tomando fuerzas y no acepto rezagos como respuesta. Dame tu mano, ajá, con ambos dedos, con el puño abierto… no… uy, eso, sí, eso es… -Dímelo… dime que podría ser todas tus mujeres en un día, que podría ser tu pelirroja, tu morena, tu fantasía inalcanzable, tu anhelo carnal, machista y prostituto.
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1 comentario:
Me encanta que me chivees!!
Besos.
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